Una empresa no puede funcionar legalmente sin la figura del administrador, que es su representante a todos los efectos y la máxima autoridad a la hora de tomar decisiones
A menudo, y sobre todo en el tejido empresarial de la pequeña y mediana empresa, aquellos que se atreven a iniciarse en el aventurado arte de emprender tienen la idea equivocada de que su responsabilidad se limita a aportar el capital social, desconociendo que se trata de un pensamiento válido para el accionista, pero no tanto para el administrador que no está blindado ante responsabilidades fiscales, mercantiles e incluso penales.
Y es que una empresa no puede funcionar legalmente sin la figura del administrador, que es su representante a todos los efectos y la máxima autoridad a la hora de tomar decisiones. Por eso, el administrador de una compañía asume muchos riesgos. Algunos de ellos se encuentran tipificados en las leyes, se pueden identificar y prevenir. Pero los más comprometidos son aquellos más difíciles de anticipar o, dicho de otro modo, de verlos venir.
Cada vez es más frecuente el reclamo de responsabilidades al administrador por su mera gestión y por las decisiones que ha tomado
Y hablamos, por ejemplo, de las amenazas derivadas de la gestión, que está siendo siempre examinada con lupa. Cada vez es más frecuente el reclamo de responsabilidades al administrador por su mera gestión y por las decisiones que ha tomado, siempre que se considere que han sido equivocadas y que en ellas ha intervenido dolo o negligencia grave. Es decir, si la equivocación se ha producido bien deliberadamente o bien porque podría haberse evitado, sin demasiado esfuerzo.
La contrapartida a este escrupuloso examen es, sin duda, el miedo a la hora de tomar decisiones por las consecuencias que pueda conllevar; un propósito contrario al impulso y despegue del tejido productivo español, porque un administrador prudente no causará daño, pero la falta de impulso es difícil que genere riqueza y beneficio.
Afortunadamente existen alternativas, mecanismos con los que blindarse y aliviar la carga de una decisión cuestionada. Se trata, por ejemplo, de seguros específicos como el de administradores y directivos, un medio de protección frente a las responsabilidades que puedan surgir frente a terceros y una medida básica, teniendo en cuenta la relación tranquilidad-precio. No obstante, conviene estudiarla bien y asegurarse de que contempla todos los supuestos de responsabilidad para estar bien cubiertos.
Los administradores pueden llegar a responder con sus bienes presentes y futuros, por lo que será fundamental, antes de asumir el riesgo, proteger su patrimonio personal o familiar
Y hay más. Los administradores pueden llegar a responder con sus bienes presentes y futuros, por lo que será fundamental, antes de asumir el riesgo, proteger su patrimonio personal o familiar con una separación de bienes o con un cambio de titularidad.
Además, también es recurrente todo el apasionante mundo de las medidas de control y prevención de riesgos dentro de la compañía, las auditorías internas o las comisiones de control. Y más importante aún: compartir riesgos. El administrador tiene un abanico de posibilidades para evitar tomar las decisiones en solitario, bien sean asumidas por el consejo de administración, el comité de auditoría o por tantas otras personas implicadas que pueden mitigar, en definitiva, esta soledad extrema en la que puede sentirse muchas veces el que tiene las responsabilidades últimas sobre la vida de la empresa.
Juan Sánchez Corzo
Socio de LIFE ABOGADOS