Elon Musk o cómo dejar de presidir una empresa

Al tratarse de una empresa cotizada, Tesla está expuesta a una serie de situaciones que, por ejemplo, a una compañía no cotizada no le afectan.

Ha sido una de las noticias de las últimas semanas en el panorama empresarial y probablemente seguirá dando qué hablar. El presidente y fundador de Tesla, Elon Musk, se ha visto obligado a renunciar a la presidencia de Tesla, la firma de vehículos eléctricos más vendidos del mundo. Y todo por un inoportuno comentario que hizo en Twitter durante el mes de agosto, con el que alertaba sobre la posibilidad de que la compañía dejara de cotizar tras su salida a bolsa hace más de ocho años.

Pues bien, aunque su comentario en la red social nunca llegó a materializarse -e incluso fue desdicho en días sucesivos-, provocó efectos colaterales en la cotización de la compañía de Silicon Valley que llevaron a la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos a intervenir y tomar medidas.

Concretamente, la SEC acusó de fraude al empresario por comportarse de forma “temeraria” y publicar un tuit “falso y engañoso”, que perjudicó a los inversores de Tesla. En cualquier caso, para evitar esa demanda, el propio Elon Musk llegó a un acuerdo con el regulador estadounidense por el que asumía dejar la presidencia de la compañía en los próximos 45 días y pagar una multa de 40 millones de dólares. Además, entre otras cosas, deberá contratar un abogado que supervise sus comunicaciones públicas, incluida su cuenta de Twitter. No obstante, sí podrá seguir ejerciendo como consejero delegado de la empresa si contrata dos nuevos directores independientes para la junta.

Pero, ¿cómo un tuit puede acarrear semejantes consecuencias? El motivo se basa en que, al tratarse de una empresa cotizada, Tesla está expuesta a una serie de situaciones que, por ejemplo, a una compañía no cotizada no le afectan porque no está vigilada por un organismo regulador, como puede ser el SEC en Estados Unidos o la CNMV en España. Y, en este caso, Musk ha sido acusado por el supervisor de emitir una información falsa que le obliga a asumir responsabilidades, sobre todo, para evitar consecuencias personales e incluso penales mucho más graves.

En este sentido, las consecuencias frente a terceros de un mensaje engañoso pueden ser muy diversas. Por ejemplo, puede traducirse en una calificación penal si se demostrara que fue un engaño, una afirmación falsa, a sabiendas, más aún teniendo en cuenta que, al ser una cotizada del tamaño de Tesla, la difusión de la información es mayor y tiene consecuencias mucho más amplias porque se dirige a una comunidad de personas muy importante. En este caso, cualquiera de los accionistas podría iniciar acciones contra él.

Pero, ¿por qué se le obliga a renunciar a la presidencia y no al cargo de consejero delegado? Precisamente, porque en las grandes compañías las funciones de un presidente y un consejero delegado normalmente son distintas, y aunque ambas coexistan, internamente tienen delimitadas sus funciones.

Los directivos cada vez están más expuestos ante los diferentes supuestos por los que se les pueda pedir responsabilidades.

No cabe duda de que el caso de Elon Musk pone sobre la mesa un tema de vital importancia como es la trascendencia de los mensajes en plena era de la información, donde las redes sociales se han convertido en un arma de doble filo. Ante esto, la ley de transparencia para el correcto funcionamiento de los mercados es clara, y la información que se difunda, máxime sobre una compañía de las dimensiones de Tesla, debe ser fiel a la realidad y no esconder o distorsionar la realidad. Porque, de lo contrario, cualquier tercero podría exigirle responsabilidades.

Por otro lado, este caso particular también pone sobre la mesa el asunto de cómo debe un administrador abandonar una empresa. Los directivos cada vez están más expuestos ante diferentes supuestos por los que se les pueda pedir responsabilidades, incluyendo la propia gestión de la compañía. Por ello, es importante tener en cuenta lo vital que resulta dejarlo todo bien atado antes de abandonar el barco. El administrador tiene que evaluar lo que ha hecho al frente de la empresa y llegar a un acuerdo con la misma para que una vez salga y cierre la puerta no tenga que estar mirando constantemente hacia atrás para ver si alguien le exige responsabilidades.

No basta con marcharse y decir adiós, muy buenas. La salida de un administrador, como en este caso la de Musk, es más compleja de lo que a priori parece.

No basta con marcharse y decir adiós, muy buenas. La salida de un administrador, como en este caso la de Musk, es más compleja de lo que a priori parece, por lo que acuerdos de prohibición de competencia, para que no aproveche sus conocimientos sobre Tesla en otra compañía, son claves para que la marcha del máximo directivo no se vuelva un calvario para ninguna de las dos partes.

El declive de Musk empezó con un tuit, pero ahora depende de él que no acabe suponiendo tocar fondo al no acordar una correcta salida de la empresa. Sea un “adiós” o un “hasta luego”, ya dijo un sabio que el mundo es redondo, y que lo que pueda parecer el final también puede ser el comienzo.

Juan Sánchez Corzo
Socio de LIFE ABOGADOS